“SE NOS TENIA QUE DAR”
En la cuarta participación junto con Claudio Scalise y en su
decimoséptima en Italia, Daniel Claramunt asegura que este año se
habían preparado para alcanzar este histórico resultado.
La progresión de los resultados, en las tres ediciones previas que formaron dupla,
era un signo elocuente de que el éxito “se tenía que dar”. Haber terminado
undécimos, quintos y terceros, era un fiel reflejo del gran potencial del binomio
argentino que se consolidaba entre los expertos de la regularidad.
Claudio Scalise y Daniel Claramunt, 10 años después de aquella primera experiencia
internacional, alcanzaron ese anhelo máximo al que aspiran los amantes de esta
especialidad: la consagración en las míticas y famosas Mille Miglia.
"Aunque en 2011 hubiese sido más fácil ganarla y no sé dio por varias razones, creía
que este podía ser el año. Como nunca estaban en la línea de largada los más altos
exponentes de la especialidad con muy buenos autos. Por lo tanto, el desafío era
mayor. Pero se tenía que dar. Es más, la última prueba en Módena, no la hicimos
bien y me había convencido de que perdíamos la carrera pero no me amargué.
Después nos enteramos que Giuliano Cané también se había equivocado y
ganábamos por tan escaso margen. Estaba destinado que teníamos que hacerlo",
reconoce Claramunt que cumplió con el rol de navegante en el Alfa Romeo 6C 1500
GS del año 1933.
Como dice Daniel, en 2011 hubo algunos errores que se pagaron con el tercer puesto
final después de un cómodo liderazgo con hasta 1000 puntos de ventaja. "Por lo
tanto, la preparación para estas Mille Miglia estuvo en los pequeños detalles, mejor
puesta a punto del auto y los roles de cada uno durante la carrera para no regalar ni
una centésima" destaca, considerando que la diferencia final fue de tan sólo 24
puntos a favor después de 54 pruebas de habilidad conductivas. Esta fue la clave del
resultado.
"Si bien los tiempos eran iguales o mejores de lo planeado, y nos manteníamos en el
segundo o primer lugar, los cinco o seis primeros de la clasificación estuvieron muy
cerca en toda la carrera. No podíamos creerlo porque hacerlo mejor, para nosotros,
era imposible. Por eso, en este nivel un error no se perdona. Nos preparamos y acá el
resultado", remarca.
Con treinta años de amistad, Scalise-Claramunt hablan poco y nada arriba del auto.
Se conocen de memoria. Los dos son pilotos y muy habilidosos en estos menesteres.
A pesar del éxito logrado, Daniel duda de qué hará en el futuro inmediato: "No sé si
correremos juntos las 1000 Millas en Bariloche y tampoco sé si correremos otras
Mille Miglia después de esto. Igual uno siempre encuentra una excusa para
entusiasmarse y volver a Italia", dice.
Y una excusa podría ser la participación con un auto con tanta historia como el Alfa
Romeo que compartió con Scalise. El C 1500 GS de 1933 corrió las Mille Miglia de
aquel año y de 1934 bajo la conducción de Ana Peduzzi, una dama que se impuso en
la categoría en la que intervenía. En ese entonces el auto participó en la Escudería
Ferrari.
Así como 2002, junto a Scalise lograban vencer a Giuliano Cane en el Gran Premio
Nuvolari, en 2012 Claramunt y su compañero de aventuras volvieron a festejar,
superando al italiano que acumula un palmarés de diez Mille Miglia ganadas. Aquí
otra importante razón para valorizar lo logrado.
"Soy frío. Cuando ganamos sentí una gran alegría pero sin desbordes", se sincera
Claramunt, aunque después confiesa: "Recién ahora nos estamos dando cuenta de lo
que hicimos porque ganamos la carrera más difícil, la más cerrada de toda la
historia".
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