Bielas, revoluciones, risas e inquietudes
El 10 de marzo de 1948 se constituía formalmente el Club de Automóviles Sport de la República Argentina. Como todo proyecto, el de ahí en más denominado CAS, se había gestado desde tiempo atrás con la semilla sembrada por varios amigos con una misma pasión e interés: correr, disfrutar y preservar los autos sport europeos que existían por entonces en el país.
Ellos habían crecido en un entorno donde el automovilismo tenía un destacado lugar, algo muy común en la Argentina de principios de los años treinta, donde las carreras de autos junto al boxeo y el fútbol eran la gran pasión popular. Este grupo de amigos poseía esa dosis de sana locura que el club mantuvo a lo largo de los años hasta la actualidad, donde siempre privó el automovilismo amateur y entre amigos, y en donde de una u otra forma, cada uno le transmitía al auto su propia filosofía.
Un ejemplo de aquella pasión por los autos sport es el hecho de que uno de sus fundadores, Bitito Mieres, fuera el ganador de la primera carrera para autos tipo sport organizada en Argentina, lo que ocurrió en Morón, provincia de Buenos Aires, en el año 1947, en un autódromo tipo Speedway. Bitito anduvo en esa ocasión en un MG TC.
Hacia finales de los años cuarenta esta nutrida barra de amigos solía reunirse en el American Store de San Isidro a charlar y discutir sobre la pasión que tenían en común. También habían organizado alguna salida con autos y mujeres a El Cazador, un restaurant que aún existe en la localidad de Escobar; por lo que fundar un club era algo que se había hablado mucho, pero que no se terminaba de concretar.
Lucio Bollaert, figura emblemática en el proceso de fundación del CAS y uno de sus principales dirigentes durante años, relata cómo se concretó la idea.
“Era el 10 de marzo de 1948; una tarde de calor agobiante de fin de verano, alrededor de una mesa del American Store en San Isidro, están sentados Nicolás Dellepiane, Ernesto Dillon, Lucio Bollaert, Roberto Mieres, y Jorge Malbrán; Chuzo Gonzalez Cané no ha llegado aún. Tito Dillon nos increpa y dice que desde la reunión del mes de septiembre del año pasado, en los Ranchos en Pilar, no hemos hecho más que hablar; tiene razón. Sabe que unos señores de apellido Simpson alquilan una vieja cochera en la calle Martín y Omar 352. Se pone de pie y sale como alma que se la lleva el diablo, regresando media hora más tarde con un contrato de locación por dos años. Con voz severa nos dice: `ahora redactemos el acta de fundación del Club de Automóviles Sport´, y así lo hicimos. De ésta manera tan simple, había comenzado una nueva etapa del automovilismo deportivo en el país.”
Estos seis amigos fueron en consecuencia los socios fundadores del CAS, que ya tenía sede: Martín y Omar 352, en pleno corazón de San Isidro.
|