La historia de las monofaros argentinas comienza en 1980, cuando Michael Dellepiane, dueño de una Maserati original, decide construir, junto con Julio Acuña, cinco réplicas en el taller que estaba junto al estudio de arquitectura de los hermanos Dellepiane en Buenos Aires.
En 1982, otro de los hermanos Dellepiane, Ito, decide hacer otra réplica más elaborada, con suspensión independiente, frenos a disco en las cuatro ruedas y con la columna de dirección mudada a la derecha, ya que la mayoría de los circuitos giran en esa dirección.
La monofaro continuó produciéndose a través de los años. Siempre de manera artesanal, por distintos constructores y en versión biplaza abierta.
En el 2010, Ito comienza a dibujar una variante coupé de la “monofaro”, inspirada en la que Maserati construyó en 1947 para Gigi Villoresi. Esta cupé participó en la Mille Miglia de ese año pero no pudo concluir la prueba y, peor aún, al cabo de unos años se perdió definitivamente su rastro.
Entusiasmado con el proyecto, Ito realizó muchos dibujos, entre ellos una versión muy original de una coupé con guardabarros separados. Y a partir de allí se encomendó a realizar los planos más detallados, en escala 1:2.
Allí apareció en escena Nicolás, el hijo de Ito, quien venía de ganar experiencia en la construcción artesanal de autos clásicos junto a Jorge Anadón y su equipo en los talleres de Pur Sang, en Paraná.
De regreso a la casa familiar en Punta del Este, Nicolás montó un taller y decidió unirse a su padre para construir la monofaro coupé que Ito había diseñado, de manera pausada y con escasos vintenes.
Una noche en aquella casa, después de un rico asado y de una vuelta en monofaro sobre un circuito de tierra como postre, apareció un “financista” y así comenzó en serio la construcción artesanal del Dellepiane Monofaro Coupé.
Con ayuda de muchos amigos armamos un galponcito de 7 x 7. Cada uno aportó lo suyo; Jorge Anadón, por ejemplo, nos venía a visitar, nos alentaba y se mostraba muy entusiasmado.
Nicolás, con una determinación y voluntad desconocidas, construyó absolutamente todo con sus manos y herramientas, que en algunos casos las hizo él mismo, pues eran muy caras, como la rueda inglesa y otras más.
El chasis, el aluminio, la suspensión, el tapizado, la pintura, los caños de escape, el múltiple de admisión, las bisagras, todo para él fue posible.
Al final lo único que quedaba era definir el emblema del auto y, por supuesto, mostrarlo en público.
Un día, Ito, buscando entre las cosas viejas de su padre, el Arquitecto Nicolás Dellepiane, fundador del Club Club Automóvil Sport en 1948 y el Club Automóviles Clásicos en 1965, encontró un dibujo a mano en lápiz de hace 75 años que el había hecho del dios de la velocidad, Mercurio.
El Dellepiane Special Coupé y el mercurio de Dellepiane Sport Cars tuvieron su esperado estreno en la noche del 4 de enero pasado, en la Parada 5 de Punta del Este.
Gracias Retrovisiones.
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